Para el mes de mayo de 2022 se anunció un proyecto que buscaba beneficiar a los jóvenes del distrito; sin embargo, la obra ha quedado paralizada desde la salida del alcalde anterior, dejando un vivero destruido con grandes daños materiales y gastos de presupuesto para el municipio.
En la entrada de la urbanización Campoy, en el distrito de San Juan de Lurigancho, hay una obra a medio construir en abandono. No se trata de la construcción de un nuevo condominio, de los muchos que en los últimos años se han incrementado en la zona y que son altamente cotizables, ni tampoco del surgimiento de un negocio o centro comercial. Aparentemente, se trata de un intento fallido de obra para el beneficio del distrito.
Fue hace más de un año, para ser precisos, el 17 de mayo de 2022, cuando el entonces alcalde del distrito Álex González Castillo colocó la primera piedra para la construcción de la Casa de la Juventud de San Juan de Lurigancho. La construcción se llevó a cabo en un amplio terreno de 7.600 metros cuadrados y prometía ser una propuesta arquitectónica innovadora que incluiría un anfiteatro, un auditorio, una biblioteca, una cafetería y un skate park, con el objetivo de crear un nuevo espacio de integración para los jóvenes del distrito.
Es más, en el Plan de Gobierno Municipal (2019-2022) que presentó González Castillo junto a su candidatura hay un capítulo con apenas seis líneas que hace referencia a la futura obra.
“La Casa de la Juventud, como su nombre lo indica es el Centro de Operaciones, Planificación, Orientación y Propuestas del segmento social más importante de S.J.L. no solo por la cantidad demográfica sino por su necesidad en todo aspecto, atendible de inmediato”. (Pg. 31)
Hoy, la promesa quedó simplemente en eso: promesa. La obra, a la cual se le asignó un presupuesto de más de 19 millones de soles, se encuentra paralizada y abandonada desde la salida de Gonzáles del municipio. El espacio de esparcimiento para los miles de jóvenes que viven en el distrito prometió entregarse en el último trimestre del año pasado; sin embargo, según el Portal de Transparencia Estándar al que esta publicación tuvo acceso, no se avanzó ni siquiera a un 50% de su construcción.
Estamos ante una obra que no solo ha dejado grandes daños económicos en el municipio, sino también daños materiales en la zona. En el terreno donde hoy lucen los materiales necesarios para completar la construcción, hace poco había un espacio cubierto por árboles y decorado con una gran variedad de plantas: el Vivero Municipal de Campoy. Este espacio fue removido y las plantas que se resguardaban en el terreno, y que abastecían las áreas verdes del distrito, fueron trasladadas al Vivero Municipal Cruz de Motupe en el mismo distrito para la construcción de la Casa. Sin embargo, la molestia se manifestó en los vecinos, quienes rápidamente alzaron su voz de protesta en defensa de este espacio que funcionaba durante muchos años en la entrada de la urbanización y era un pulmón de oxígeno para sus familias. No obstante, sus protestas no tuvieron mucho éxito.
Para mayo de ese mismo año se convocó a una marcha vecinal entre dirigentes de diferentes zonas aledañas a la urbanización de Campoy, bajo el liderazgo de Cornelio Rivera, presidente del Comité de Integración Vecinal de Campoy (CIVEC). Al reclamo de lo que llamaban «invasión», también se unió el cuestionamiento a la gestión de González y a la ejecución de esta obra a poco más de 6 meses de salir del municipio.
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